Carmen Pi llegó a las radios y al boca a boca luego de interpretar maravillosamente a Buitres, pero supo ganarse su propio lugar y su primer disco ya está en la calle.
Publicado el: 14 de enero de 2011 a las 17:26
Por: Matilde Marti
Carmen Pi. Foto: Alejandro Persichetti.
Entre tanto solo de guitarra y rock pesado, en el disco Justicia Después de la Una, la versión de Carmen Pi es claramente identificable. En su voz, Afuera la lluvia -tema que Buitres sacó en el año 1990- y en sus manos, el piano, que la seduce desde los 10 años.
“Cuando hice la versión tuve miedo de la respuesta, ya que todas las demás eran más bien rockeras, o con guitarras, ninguna a piano y voz, que era una osadía. Pensé que los rockeros me crucificarían y fue todo lo contrario”, contó a 180 la artista.
Afuera la lluvia, hoy, forma parte del repertorio de Carmen Pi en sus presentaciones en vivo -le encanta tocar ese tema, dice- pero también hay más de una docena de canciones que ejecuta a la perfección.
Puntos Cardinales es el nombre de su primer disco. “Luego de un tiempo de tocar en festivales de jazz, de hacer nuestras versiones de temas que nos gustaban, y canciones típicas del jazz de los '40, los '50, empecé a llevar al ensayo temas que me parecían 'mostrables'. Fuimos constituyendo en un repertorio propio”, relató.
El título del álbum no fue idea de Carmen Pi, sino de su amigo Pablo Routin, quien bautizó así al cuarto tema del disco. “Me encantó de inmediato, era todo lo que sentía en dos palabras”, resumió la cantautora. Es un tema que trata del desexilio: Carmen Pi nació en Perú, vivió 10 años en Ecuador y luego llegó a Uruguay. “Habla de la vida que uno dejó allá, de las separaciones, del amor, de cierta melancolía de infancia, es bastante autobiográfica, mi vida allá, la vuelta, los sin sabores de la vida, pero siempre rodeada de música”.
Otra lectura que le da Carmen al título es a partir de la banda. “La idea de que somos cuatro los integrantes de Este proyecto. También las distintas músicas, estilos y formas abordados en el disco, confluyen, se tocan en algún punto, así como los aparentemente lejanos puntos cardinales”, explicó la líder de Carmen Pi Cuarteto (Horacio Di Yorio, Gerardo Alonso y Vittorio “Cachi” Bacchetta).
“Considero que es un disco variado, y dificil de encasillar”, agregó. Hay canciones de aquí y allá, en inglés, en francés, Beatles, un poquito de folclore, pop, jazz, Brasil... Un poquito de todo”.
Hay temas alegres, aclara Carmen, como Doctor, Fun-Key o Petit Nunurs, “que es muy naïf, fresca y linda”. En esa última, la artista compuso la melodía, pero la letra -íntegramente en francés- la escribió su madre. “Yo venía de grabar una publicidad en francés para una marca muy conocida de helados nacionales. A la vuelta, me vine tarareando e inventando una cancioncilla. Tenía cuatro frases, la que habla bien es mi vieja, entonces, pasé por su casa y le dije: 'Mamá, tengo esta melodía, pero solo estas cuatro frases, quiero que la letra hable de lo siguiente, y la melodía es ésta, ¿me escribís algo?'. A los 20 minutos, me llamó y me dijo: 'lo tengo'. Y así, tal cual, quedó. Mi mayor alegría fue incluir a mi vieja en esa canción”.
“Qué lindo cuando estamos juntos, qué linda la vida contigo”, canta Carmen en francés. “La cuestión es que parece una pareja de enamorados, pero el juego es que -en realidad- es una niña con su osito de peluche, en esa relación que se da entre los niños y su juguete preferido, de amor incondicional”, confiesa.
Para coronar el tema, Carmen Pi llevó al coro de niños del Colegio San Juan Bautista, a quien dirige. Los convocó por su calidez, su inocencia y su alegría, aseguró. “Si los que escuchan la canción pudieran ver sus caritas y la imagen que tengo en mis retinas de ellos cantando, te juro que no hay forma de no sonreír”.
Una niña con su piano
La docencia fue uno de los primeros acercamientos “formales” de Carmen Pi a la música. Cuando llegó a la adolescencia, ella sabía que ella iba a dedicarse a la música, pero no tenía claro en qué rol. A los 18, comenzó a dar clase.
“Por suerte en mi casa no existía aquello de '¿De qué vas a vivir?', ya que mi madre es música y mantuvo a toda la familia con su laburo durante algunos años”, recordó con orgullo.
Pero el contacto con el piano llegó mucho antes. “Fue a los 10, cuando volvimos de Quito para radicarnos definitivamente en Montevideo. Conocí el piano de mi abuela, que había sido donde estudiaron mi madre y sus hermanas. Era hermoso, fue amor a primera vista. Me sentaba, lo abría, jugaba e iba sacando de oído alguna melodía, o acordes. Tenía ese olor de los pianos viejos pero bien cuidados, encerados, de casa de abuela, con los portarretratos de toda la familia encima”, describió. “En seguida, pedí para ir a clases y me mandaron. Al principio, el piano seguía viviendo en lo de mi abuela, así que -por consejo de mi profe- me hice un tecladito dibujado en un cartoncito, lo apoyaba en la mesa de la cocina y allí practicaba digitación, acostumbrándome a la postura exacta de cada dedo en su tecla. Todo muy folclórico, sí, lindo a la distancia... Pero en aquel momento no era tan divertido, ¡yo quería mi piano!”.
Cuando su madre ganó el curso de directora para Coro del Sodre, el piano se mudó a su casa. “No fue tanto por mí, ¡pero ligué igual! Y ahí nos hicimos inseparables”.
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