Alfonsina: “Me gusta tener algo sin resolver”
Alfonsina presenta este viernes El bien traerá el bien y el mal traerá canciones en la Sala Vaz Ferreira. Antes de eso conversó con Moog sobre todo lo que llevan caminando ella y su disco
Es temprano en la mañana y el barrio donde vive Alfonsina Álvarez todavía está tranquilo. Tuvo que madrugar para recibir a Moog pero no se le nota; está predispuesta y sonriente, y sobre todo con ganas de escuchar música, como en cada momento de su vida. En el pequeño estudio que tiene en su apartamento, donde se atiborran instrumentos y hay arte por todos lados, suena fuerte “Lazaretto” de Jack White y se pasea en silencio Anais, su gata persa.
La felina tiene tanta personalidad que intimida, aunque recibe con gratitud el protagonismo que se le da. En el living hay un retrato que fue un regalo de bodas para la cantante, que a finales de 2014 contrajo matrimonio con Diego Bartaburu, su compañero de ruta y baterista de No Te Va Gustar, con quien comparte la experiencia unificadora de tocar. “Es mi preferido, objetivamente”, dice.
Alfonsina también pinta -cursa tercer año de Bellas Artes-, pero sus trabajos no están a la vista.
Sí, me daba mucha vergüenza, no me parecía que fuera muy valioso el trabajo, y aparte era muy íntimo, era para mí. Mucho después me di cuenta que los conflictos, situaciones o alegrías personales se transfieren a las otras personas y se hacen propias de otras personas. Entonces fue un proceso de salir de adentro hacia afuera.
Claro, eso fue como abrir una puertita y ver una posibilidad de que quizás sí pueda ser cantante. Artista en realidad. Sobre lo de Tricky lo que más me parece destacado es que lo vi a los ojos y por primera vez conocí a un artista, una persona que su vida giraba alrededor de su creación y que eso era férreo, firme. En ese sentido fue una visión nueva, totalmente.
Cantar, porque cantar cantaba desde que era chiquita. La típica; me grababa con un grabadorcito canciones que no existían, que eran muy graciosas, y luego, un poquito más grande, como a los ocho, empecé a hacer canciones a capela. Recién como a los catorce agarré la guitarra, y siempre torpemente. Me cuesta mucho la guitarra a mí.
Xuxa (risas). Mis padres no escuchaban mucha música, te diré. Teníamos algunos discos de los Beatles, típico; Simon and Garfunkel… (Piensa) No eran muy de escuchar música, no.
Nirvana. Nirvana, sí. Fue mi punto mojón. Entré justo en esa generación; elUnplugged de Nirvana era como descubrir tus propios sentimientos y paisajes dentro de lo que abría Cobain.
(Piensa) Fa, no sé. Porque si te digo la primera vez que toqué, fue bastante terrible. En ese momento no tocaba muy bien la guitarra y de repente volvía para atrás en el tema; me equivocaba, volvía a esa parte y lo hacía otra vez… Quizás eso fue muy importante para darme cuenta que esto llevaba mucho trabajo, y que también tenía una enorme satisfacción. Porque además estaba yo sola con la guitarra y la gente justo esa noche me acompañó y me decía: “Dale, dale de vuelta”. Y eso es muy importante, darte cuenta que la magia está en la conexión con la gente.
Qué bueno. Aunque en realidad yo no estoy en la piel de otro solista como para saber, pero sí pienso que lo que hago abre cierta intimidad y honestidad y que por empatía el otro va a entrar al mismo lugar y nos vamos a conectar en ese lugar, que es de donde viene mi música. Y además es el propósito de mi música, conectar.
Escucho mucha música, desde que me levanto hasta que me acuesto estoy investigando y alimentándome. El otro día estaba en Bellas Artes y un profesor dijo: “¿saben cómo saber si ustedes son creadores o consumidores de arte? Por las horas que le dedican a crear y cuántas a consumir”. Y ahí yo dije: con ese criterio estoy en el horno, ¡soy una escuchadora! Pero en realidad creo que no levanté la mano en ese momento porque era la primera clase, porque lo hubiera discutido (Risas).
Pero me gusta mucho la obra ajena, empatizo mucho, escucho música de géneros que no voy a decir opuestos pero sí muy diferentes, y tengo pasión por escuchar.
Sólo si la toco, sino no. No pongo el disco, ni ahí. Lo he escuchado para ver qué estaba bien o mal, pero no es muy sano, porque cuando lo estás escuchando para juzgarlo no entrás en el viaje. Uno, que lo estás escuchando para ver qué está bien o mal y es muy relativo y subjetivo; y dos, que no es así como yo pretendo escuchar la música. Si la estoy juzgando no estoy involucrada, no estoy adentro, y de veras prefiero no hacerlo. Y además, para mí parece una canción distinta cuando la estoy escuchando y cuando la estoy tocando.
Un poco porque en el medio hubo asuntos personales que dilataron los shows, y un poco por indecisión. ¿Este año qué hago con este disco? Porque yo estoy preparando otro. ¿Lo presento? ¿O ya lo presenté un poco con los pequeños shows que hice? Y en ese pensamiento, viste cómo son las cosas de atracción: me llegó un mail ofreciéndome la Vaz Ferreira y dije: “OK, si usted lo dice…”. Es la primera vez que vamos a hacer una sala tan grande y es la oportunidad para que me vea mucha gente que me vio en Marisa Monte, familias que les gusta salir con los niños, porque normalmente toco en bares. Entonces vamos a hacer esta prueba.
Hay varios. Enfrentarme al miedo de cómo va a salir, porque una vez que estás arriba del escenario no importa nada, pero por ahora es eso.
Es esquizofrénico (Risas). Pero a mí me gusta siempre tener algo sin resolver; es confuso, qué toco, qué no toco, ¿paro de tocar mi primer disco? A mí me gusta estar haciéndome esas preguntas porque me mantiene como yendo, queriendo resolver, entusiasmada.
Musicalmente es muy variado, muy personal. Como si fuera una licuadora y lo que sale es de montón de influencias. Es un poco más rockero, capaz. Lo que destacaría es que está siendo hecho con mi guitarra Telecaster, y el anterior lo compuse con cuerdas de nylon y mi guitarra Godin, la gorda. Esa es la personalidad del disco.
Mi primera maestra fue Ella Fitzgerald. La siguiente Erykah Badu. Después está Ibrahim Ferrer del Buena Vista Social Club, Zitarrosa, PJ Harvey, Eduardo Mateo -enorme para mí-. Charly García con mayúsculas gigantes, y para este disco más. Spinetta… Son muchos y muy importantes.
Porque estoy experimentando con algunas estructuras diferentes a las convencionales, algunas cosas las programo con la computadora, tipos de baterías que me inspiraron como la de “Promesas sobre el bidet”. Ese tipo de cosas que son muy importantes para mí como productora. Y además porque Charly, además de manejar una estética musicalmente alucinante, tiene un enorme contenido, que me parece que contemporáneamente falta. No sólo quiero escuchar una música re linda, sino la intención que tiene. Y la intención tiene que ser curar, mejorar, evolucionar, sanar. Y si no está todo bien, me divierto, pero no. Fijate en todos los artistas que nombré qué es lo que pasa adentro cuando uno lo escucha. Eso es lo que yo busco.
(Risas) Sí, pero después me di cuenta que las canciones, aunque las haga en cierto momento en que una situación es una excusa para hacer una canción, yo estoy hablando de mí y de nadie más. No estoy hablando de cómo sos, capaz lo estoy manipulando un poco para poder expresarme y manejar mis locuras y mis cosas. No es personal.
Es muy importante, porque la creación tiene como dos momentos: el momento que tenés contigo y la creación misma, y el momento en que ponés a prueba esa creación. Qué pasa cuando se presenta esto ante el resto de los humanos. Y volviendo a lo de la emoción y la evolución es importante para mí poder llegarte. Es muy importante. Si yo estoy cantando en un escenario y no estoy pudiendo entrar a vos -porque además cuando entrás al público, el público entra en vos; hay un intercambio energético- no tiene sentido, te vas y tocás en tu cuarto.
Serían las Gymnopedies de Erik Satie, en la versión de Jacques Loussier.
No hay comentarios:
Publicar un comentario